Rendimiento cognitivo después del consumo de alcohol

Todd Nelson, MD; Michael G. Fitzsimons, MD

PREGUNTAS Y RESPUESTAS.

Para el editor:

Para la seguridad de los pasajeros y el rendimiento de los pilotos, la Administración Federal de Aviación (FAA) tiene varias recomendaciones sobre el consumo de alcohol para los pilotos1. Abajo se mencionan algunas de ellas.

  1. Como mínimo, cumpla todas las directrices de 14 CFR Parte 91.17:
    • Deben pasar 8 horas desde “la última botella hasta que pisa el acelerador”.
    • No vuele bajo la influencia del alcohol.
    • No vuele si está consumiendo drogas que puedan afectar negativamente a la seguridad.
  2. Un enfoque más conservador es esperar 24 horas desde el último consumo de alcohol antes de volar. Esto es así sobre todo si se ha producido una intoxicación o si tiene previsto volar según las Reglas de vuelo por instrumentos. Las duchas frías, beber café solo o respirar oxígeno al 100 % no pueden acelerar la eliminación del alcohol del organismo.
  3. Tenga en cuenta los efectos de la resaca. Ocho horas desde “la última botella hasta pisar el acelerador” no significa que esté en las mejores condiciones físicas para volar o que su concentración de alcohol en sangre esté por debajo de los límites legales.

Además, las directrices de la FAA exigen la remoción de sus funciones a cualquier empleado que ejerza una función relacionada con la seguridad y cuya concentración de alcohol en el aliento supere 0.04 en una prueba de alcoholemia requerida, o que consuma alcohol de forma contraria a las directrices de la FAA. Se ordena la suspensión temporal de las funciones relacionadas con la seguridad si la concentración de alcohol en el aliento se registra entre 0.02 y 0.039 en una prueba de alcohol obligatoria. Como referencia, en Estados Unidos, un trago tradicional contiene aproximadamente entre 14 y 15 gramos de alcohol, lo que equivale a alrededor de 0.5 a 0.6 onzas líquidas. Esta cantidad equivale aproximadamente al consumo de una cerveza de 12 onzas, un vaso de vino de 5 onzas o un shot de 1.5 onzas de licor de 80 grados. Dos tragos tradicionales son suficientes para producir un nivel de alcohol en sangre de 0.04 en un hombre de 180 libras2.

Las Directrices sobre Salud y Bienestar en el Trabajo de la Sociedad Americana de Anestesiólogos no parecen tratar el tema del consumo de alcohol en lo que se refiere a la seguridad del paciente y al rendimiento de los profesionales de la anestesia.3 Después de una noche de consumo excesivo de alcohol, la velocidad psicomotora, la memoria de corto plazo, la memoria de largo plazo y la atención sostenida se reducen al día siguiente.4 Estos defectos en el procesamiento cognitivo son más pronunciados cuando la atención está dividida y cuando hay demandas mentales que compiten entre sí.5

Además, el consumo de alcohol se asocia a un mayor riesgo de apnea del sueño y a una disminución de la calidad del sueño, factores que pueden afectar significativamente a la función cognitiva6,7.

Dados los efectos perjudiciales del consumo de alcohol sobre el rendimiento cognitivo, los profesionales de la anestesia deberían buscar recomendaciones sociales que dicten una ventana de abstinencia de alcohol antes de iniciar la atención anestésica a los pacientes (es decir, el tiempo desde “la última copa hasta ponerse la mascarilla”). ¿Deberían hacerse pruebas de alcoholemia aleatorias en el trabajo a los profesionales de la anestesia que participan en funciones de atención críticas para la seguridad del paciente como parte de la práctica habitual?

 

Todd Nelson, MD, es un anestesiólogo miembro del personal de Memorial Hospital, Colorado Springs, CO, EE. UU.


El autor no tiene ningún conflicto de interés.


REFERENCIAS

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En respuesta a: Rendimiento cognitivo después del consumo de alcohol

El autor, Todd Nelson, MD, merece un reconocimiento por plantear la cuestión de la administración de anestesia después del consumo de alcohol en esta edición del Boletín informativo de la APSF.

El abuso o dependencia del alcohol ocurre en el 12.9 % de los médicos y en el 21.4 % de las médicas, y la incidencia podría estar en aumento1,2. Los profesionales de la anestesia no son inmunes al abuso o la dependencia del alcohol, pero no corren necesariamente un riesgo mayor2. Los profesionales de la anestesia trabajan en un entorno que requiere constantemente el reconocimiento de patrones, una rápida evaluación de la situación, una respuesta física rápida y un juicio basado en la experiencia y la memoria. Es incomprensible que cualquier proveedor de atención médica pueda argumentar que es aceptable administrar anestesia mientras está bajo los efectos agudos del alcohol o en estado de intoxicación legal. Lo que no está claro es cuándo puede reanudarse la actividad en una zona de seguridad después del consumo del alcohol. El incumplimiento de las directrices de la Administración Federal de Aviación (FAA) para garantizar la seguridad de los pacientes y el cumplimiento de los profesionales de la anestesia es un punto de partida razonable, pero es necesario corregir varios aspectos deficientes3. Las directrices y su desarrollo se han analizado detalladamente en dos artículos4,5.

Los niveles de alcohol por debajo de la intoxicación legal y la condición residual de “resaca” tienen un impacto negativo en el rendimiento.

La norma de las ocho horas desde “la última botella hasta pisar el acelerador” se sugirió en 1966 y se formalizó en 19704. El fundamento en el que se basa esta norma no está claro y parece arbitrario. La norma está sujeta al cumplimiento individual y no se basa en la cantidad de alcohol consumido ni en si el individuo continúa bajo los efectos del alcohol, ni en si se han consumido otras sustancias recreativas, ni en el impacto de factores como el sueño, simplemente en el transcurso de ocho horas de tiempo. Se podría asumir que los pilotos regularán su consumo de alcohol antes de iniciar el servicio para asegurarse de que su consumo no les afectará cuando se cumplan las ocho horas, pero la capacidad para evaluar el deterioro no es consistente. El Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo ha definido niveles de consumo de alcohol*. Se considera consumo moderado de alcohol el consumo de no más de dos tragos al día en los hombres y de un trago al día en las mujeres6. El consumo excesivo de alcohol se define como el consumo de cinco tragos o más en el caso de los hombres y de dos tragos o más en el caso de las mujeres en dos horas. Quienes beben en exceso más de cinco días al mes se clasifican como bebedores exagerados7. Ninguno de estos niveles define la seguridad después del consumo y las directrices resaltan que consumir menos alcohol es mejor para la salud en el largo plazo. Aunque a los bebedores moderados se les puede enseñar a calcular su concentración de alcohol en sangre (BAC) con un grado razonable de precisión, los bebedores exagerados y los alcohólicos no tienen el mismo grado de éxito8. El estudio de Ross y Ross en 1990 reveló que los pilotos sobrestiman la cantidad de alcohol necesaria para alcanzar una cierta BAC y subestiman el tiempo de eliminación del alcohol9. La norma también supone que se reconoce el deterioro personal.

La segunda limitación de las directrices se relaciona con los niveles establecidos de BAC y si esto es significativo en circunstancias normales, y se aplica a la adopción en una política generalizada. La FAA ha establecido una BAC de 0.04 en una muestra de alcohol en sangre o aliento (directrices de la FAA). Esta norma se estableció en la década de 1980 después de años de resistencia basada en gran medida en la idea de que solo un pequeño número de accidentes de aviación estaban asociados con el consumo de alcohol4. Este nivel es inferior al nivel de 0.08 establecido en cada estado para la conducción de automóviles10. Algunos estados tienen niveles aún más bajos para los conductores de vehículos comerciales o los menores. Conducir con niveles más altos puede acarrear multas más elevadas. El nivel que establece la FAA es inferior al definido como intoxicación legal para la conducción de automóviles y añade un margen teórico adicional de seguridad. El problema logístico con el requisito de BAC de la FAA es que, aunque los pilotos comerciales están sujetos a pruebas aleatorias (por sospecha razonable, después de un accidente, para regresar al deber o para hacer un seguimiento), no están sujetos a pruebas previas a todas las tareas de vuelo como una cuestión de rutina. Se han registrado numerosos informes de pilotos que demuestran un deterioro evidente y que posteriormente se los aparta del servicio. Las alteraciones sutiles pueden pasar desapercibidas. Incluso los comportamientos más evidentes que indican una alteración debe informarlos un observador para que se hagan las pruebas. Si los pilotos son como los profesionales médicos, es muy probable que no denuncien a un colega con discapacidad, sobre todo cuando no están seguros. Casi un tercio de los médicos no reportaría a un colega con problemas médicos11. Aunque cada vez son más los departamentos de anestesiología que hacen pruebas de detección de drogas, ninguno ha informado de sus mecanismos o procesos para detectar alteraciones graves causadas por el consumo de alcohol12-15. Otro reto específico de las pruebas de alcoholemia es que, para cumplir las normas del Departamento de Transporte (DOT), los individuos deben estar certificados como técnicos en pruebas respiratorias de alcoholemia (BAT) o técnicos en pruebas de detección (STT)16. Este requisito puede limitar la capacidad de una institución de hacer pruebas o exigir el uso de pruebas de alcoholemia en sangre, que son más invasivas.

La tercera limitación de las directrices de la FAA está relacionada con la noción de que si han pasado ocho horas desde el último consumo de alcohol y la BAC es inferior a 0.04, se asume que el desempeño de la persona ha regresado al nivel anterior al consumo de alcohol. Esta directriz vigente sugiere “tener en cuenta los efectos de la resaca”, una recomendación que es puramente subjetiva y depende de la discreción de cada individuo. La resaca se define como una combinación de síntomas mentales y físicos negativos que duran hasta el día siguiente de haber consumido alcohol en exceso, incluso cuando la concentración de alcohol en sangre es casi nula17. Los síntomas pueden incluir fatiga, náuseas, dolor de cabeza, debilidad y sensibilidad a los ruidos18. Se han propuesto diferentes escalas para calcular los efectos de la resaca, como la Escala de Síntomas de Resaca (HSS), la Escala de Resaca Aguda (AHS) y la Escala de Gravedad de la Resaca por Alcohol (AHSS). Estas escalas suelen subestimar la gravedad de la resaca, lo que pone en duda su fiabilidad18. Howland y otros determinaron que el 76 % de los individuos que consumieron alcohol hasta alcanzar un nivel de intoxicación declararon tener una resaca de leve a moderada19. Verster ha sugerido actualizar la definición de resaca y eliminar el concepto de “consumo excesivo de alcohol”, basándose en datos que muestran que la resaca puede aparecer cuando el nivel de intoxicación es muy inferior al permitido por la ley20.

Muchos estudios han evaluado el impacto que tiene el consumo de alcohol de la noche anterior en el desempeño en las actividades cotidianas (por ejemplo, conducir) al día siguiente. Muchos de estos estudios han analizado el desempeño cuando la BAC es de cero o casi cero. Alford y otros compararon el desempeño en la conducción simulada antes del consumo de alcohol y al día siguiente del consumo21. Al día siguiente del consumo, la mitad de los participantes tenía una BAC del 0 % (grupo de alcohol cero) y la otra mitad tenía un nivel de alcohol residual (0.01-0.08). Los individuos con resaca, pero sin BAC, presentaron alteraciones similares en muchas variables de conducción simulada, incluyendo los tiempos de respuesta, las salidas del carril y el tiempo fuera de la carretera. El estudio llegó a la conclusión de que, tanto si había o no alcohol residual, el patrón de alteración era similar en los pacientes con resaca21. El estudio también reveló que los individuos no siempre son conscientes de su nivel de incapacidad. No se informó de la cantidad de alcohol consumida. Scholey y otros estudiaron el efecto de la resaca en el funcionamiento cognitivo22. El estudio evaluó el desempeño ejecutivo después de una noche de consumo excesivo de alcohol (un promedio de 13.5 tragos). El funcionamiento cognitivo y la memoria de trabajo se vieron alterados durante el período de resaca y esto se asoció a la BAC de la noche anterior. McKinney y Coyle reevaluaron la memoria y el rendimiento psicomotor cuando los niveles de alcohol estaban en cero o muy cerca de cero después de una noche de consumo normal de alcohol23. El consumo promedio de alcohol durante una noche de consumo normal fue de más de diez unidades (tragos) en la noche anterior a la prueba. Ambas medidas de desempeño estaban alteradas a las 9:00 a. m. del día siguiente, a pesar de que los niveles de alcohol eran cero o muy cercanos a cero.23 El estudio de Ayre y otros, mencionado por el autor Nelson en este número del boletín informativo de la APSF, detectó un deterioro del funcionamiento cognitivo durante el período de resaca cuando los participantes consumieron más de ocho tragos la noche anterior a la prueba.24 La interpretación de los estudios sobre el impacto del alcohol en el desempeño debe ser cuidadosa debido a las variaciones que pueden existir por factores como la cantidad, la frecuencia del consumo, el momento de la evaluación, el sexo, las diferencias en el metabolismo, el consumo excesivo de alcohol frente al consumo social y la presencia de dependencia o abuso.25 Además, deben tenerse en cuenta otros factores, como el impacto de las alteraciones del sueño asociadas al consumo de alcohol.26 La presencia de más alteraciones del sueño, como un mayor número de desvelos nocturnos, la duración de los desvelos, el tiempo total de sueño y la mala calidad del sueño, se asoció al consumo de alcohol y dio lugar a resacas más intensas y a un peor funcionamiento cognitivo al día siguiente.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Los niveles de alcohol por debajo de la intoxicación legal y la condición residual de “resaca” tienen un impacto negativo en el rendimiento. Aunque existen directrices para individuos que ocupan puestos importantes desde el punto de vista de la seguridad, como la aviación, no se han establecido normas formales en la anestesiología. La aplicación de las directrices actuales de la FAA en el ámbito de la anestesiología ignora los puntos débiles de dichas directrices, entre los que se incluyen el tiempo arbitrario que transcurre entre “los tragos y la mascarilla”, como dijo Nelson con gran elocuencia, la naturaleza subjetiva de la resaca, la confianza en el autocontrol para iniciar las pruebas de alcoholemia y las limitaciones logísticas de las pruebas de alcoholemia.

Las sociedades profesionales de anestesistas deberían tomar las recomendaciones de Nelson y otros como un reto para desarrollar directrices para la administración de anestesia después del consumo de sustancias recreativas, empezando por el alcohol, pero incluyendo también otras sustancias. Dichas directrices deberían contemplar el tiempo que transcurre entre “los tragos y la mascarilla”, el papel de las pruebas de detección de sustancias, incluyendo las que se hacen antes de la colocación, en condiciones de sospecha razonable de alteración y después de un acontecimiento grave significativo cuando se sospecha que un proveedor puede estar afectado. El personal de anestesia en ejercicio y los alumnos residentes y becarios deberían recibir una formación obligatoria sobre el impacto de estas sustancias en nuestro desempeño, incluyendo los comportamientos que indican una alteración causada por sustancias recreativas o reguladas. Deberían detallarse las vías para recibir atención personalizada y confidencial para las personas con trastornos por consumo de sustancias. Los mecanismos para informar de las alteraciones en los compañeros deben estar bien definidos.

Las sustancias usadas principalmente con fines recreativos, como el alcohol, afectan nuestra capacidad para cumplir las responsabilidades básicas de nuestro papel fundamental como responsables de la seguridad. Es indispensable que la educación trate los efectos no predecibles que tienen las sustancias recreativas residuales sobre el desempeño. Es nuestra responsabilidad establecer una política sobre el consumo de estas sustancias y crear sistemas que mejoren nuestra capacidad para garantizar una supervisión objetiva.

1Los niveles se definen en gramos de alcohol por decilitro de sangre o en gramos de alcohol por 210 litros de aliento (Código de Reglamentaciones Federales).

 

Michael G. Fitzsimons, MD, es profesor adjunto de la Facultad de Medicina de Harvard y director de la División de Anestesia Cardíaca del Departamento de Anestesia, Atención Crítica y Medicina del Dolor del Massachusetts General Hospital de Boston, MA. También es presidente de la Comisión Asesora sobre Prevención de Trastornos por Consumo de Sustancias de la ASA. Las opiniones expresadas son solo suyas.


El autor no tiene ningún conflicto de interés.


REFERENCIAS

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