Primum Non Nocere. Pero, ¿qué ocurre después?

Stephanie Lynn Davidson, DO, FASA

Síndrome de la segunda víctima (SVS)Me pidieron que escribiera un artículo sobre el síndrome de la segunda víctima (SVS), ya que me señalaron que podía ser una experta en el área. Permítanme dejar en claro que no me autoproclamo experta en el área del SVS. Puedo decir que soy anestesióloga en ejercicio desde hace más de 20 años y, en ese tiempo, estoy segura de que he presenciado el SVS en varias ocasiones. Además, el 1 de octubre de 2017, me tocó dirigir un quirófano en el que se atendieron a más de 200 víctimas del evento del tiroteo en Las Vegas con gran cantidad de damnificados1 que llegaron al Departamento de Emergencias de nuestro centro de traumatología por varias horas. Al procesar esta experiencia y compartir las lecciones aprendidas a partir de ella, comprendí que muchos eventos adversos relacionados con los pacientes no terminan con la finalización del evento. Ahí radica mi introducción académica al SVS. Las diversas conferencias que mi marido (Nicholas Fiore Jr., MD, cirujano pediátrico) y yo hemos dado sobre nuestra experiencia estaban incompletas sin un análisis del SVS. La huella que este acontecimiento dejó en mí es indeleble y cada vez que cuento mi historia, la ansiedad que me produce da paso a una sensación de sanación después de una lucha emocional y psicológica.

El término síndrome de la segunda víctima fue acuñado por Albert Wu en 2000 y perfeccionado por Scott et al. en 20092 para describir el estado de ánimo de un proveedor de atención médica cuyo paciente ha sufrido un evento adverso imprevisto, un error médico o una lesión relacionada con la atención como “primera víctima”. Las segundas víctimas son los proveedores de atención médica que participan en un evento adverso imprevisto de un paciente, en un error médico o en una lesión relacionada con el paciente, y quedan traumatizados por el evento. Con frecuencia, estas personas se sienten personalmente responsables del resultado del paciente. Muchos sienten que han fallado a su paciente y empiezan a dudar de sus habilidades clínicas y sus conocimientos. Los gerentes y proveedores de atención médica, han reconocido internacionalmente el término SVS porque es memorable e invoca un sentido de urgencia. En palabras simples, el trauma psicológico que se produce tras un evento estresante, que suele tener resultados negativos, crea una segunda víctima, el proveedor de atención médica. Los estudios han mostrado que casi el 80 % de los proveedores de atención médica sufren y se ven afectados psicológicamente por un evento adverso importante al menos una vez en su carrera.3 Se calcula que se producen incidentes de seguridad del paciente (PSI) en uno de cada siete pacientes hospitalizados.4 Las fallas del sistema que se producen incluso antes de que un proveedor de atención médica entre en escena pueden ocasionar errores médicos y resultados imprevistos. Dado que los PSI pueden variar desde posibles accidentes hasta daños permanentes o la muerte, los sistemas hospitalarios son cada vez más conscientes de su papel como sistema de apoyo institucional. Ya sea un error del sistema o un error relacionado con el proveedor, nos sentimos responsables del resultado. Un proveedor implicado en un PSI tiene más posibilidades de tener trastorno por estrés postraumático (PTSD).4

¿Qué sabemos sobre el SVS? En primer lugar, debemos aceptar que es extremadamente frecuente. Se calcula que la prevalencia es del 10,4 al 43,3 % después de una experiencia traumática.5 Cada uno expresará su propia reacción. Estas reacciones pueden ser emocionales, cognitivas y de comportamiento. Nuestras estrategias de afrontamiento pueden afectar a nuestros pacientes, a otros proveedores, a nuestras familias y a nosotros mismos. Algunos proveedores pueden sentir que no son dignos de ser catalogados como una segunda víctima. La noche del 1 de octubre, una de nuestras enfermeras de la unidad de cuidados intensivos pediátricos (PICU) sintió que no había contribuido nada a la atención de nuestros más de 200 pacientes. Estaba situada en una de las puertas dobles que separan el Departamento de Emergencias del quirófano y se dedicaba a golpear repetidamente la placa de la puerta, lo que la abría y permitía al personal pasar de un lado a otro. Le dije que yo personalmente había corrido de un lado a otro de ese pasillo más de cien veces para atender a los pacientes y que nunca había tenido que esperar a que se abrieran las puertas porque ella estaba allí. Ella sufrió un trauma emocional esa noche, como todos nosotros.

¿Cómo hacemos frente al SVS? Nuestra salud mental y la forma en la que respondemos al estrés emocional es una parte única de cada uno de nosotros. Procesamos, entendemos, afrontamos y llegamos al otro lado después de una experiencia traumática a nuestro propio ritmo. Si no podemos reconocer las señales del SVS ni aprendemos a afrontarlo, podemos acabar teniendo síntomas físicos, incluyendo dolor en el pecho, dolores de cabeza, falta de concentración, hipervigilancia o sudoración, por nombrar algunos.6 Algunos de los mecanismos de afrontamiento para ayudar a reconstruir o mantener la fuerza física y la salud personales son los siguientes:

  • Retomar las actividades cotidianas que incluyen hacer ejercicio, leer, socializar, llevar un diario personal o descubrir lo mejor de uno mismo.
  • Interactuar con familiares que puedan dar consuelo.
  • Aprender a procesar las emociones y entender la experiencia.
  • Buscar y recibir ayuda de amigos y colegas.
  • Y lo más importante, saber cuándo hay que buscar ayuda profesional.

Las señales de que es necesario buscar ayuda profesional para el SVS pueden derivarse de la presencia de sueños y pensamientos que evoquen emociones dolorosas e interfieran con la vida diaria. Otras personas pueden notar cambios drásticos en su comportamiento y tratar de ayudarlo. Si tiene pensamientos sobre hacerse daño, es necesario buscar ayuda y orientación profesional en el proceso de sanación. Su capacidad de afrontamiento puede estar influida por sus circunstancias personales actuales, sus experiencias pasadas y sus valores y creencias fundamentales. La fuerza de las relaciones con los seres queridos y, por supuesto, el autocuidado y el amor propio son esenciales.

La intervención puede guiarlo en su experiencia y ayudarlo a procesar sus emociones.

Igual de importante que el afrontamiento es la resiliencia. Con el tiempo y la madurez, uno aprende a doblarse sin romperse. Para ello, hay que adquirir las herramientas necesarias para soportar el evento traumático y aprender a recuperarse rápidamente de las situaciones difíciles. Darse cuenta de la importancia de una red de apoyo sólida ayudará a combatir las reacciones habituales. Podemos tener agotamiento mental y físico y podemos sentirnos aturdidos, entumecidos, tristes, impotentes y ansiosos. Estos sentimientos pueden ir en espiral descendente, y la segunda víctima puede repetir y revivir la experiencia una y otra vez. Si no se interviene, las secuelas a largo plazo pueden convertirse en trastorno por estrés postraumático (PTSD), depresión, pensamientos suicidas o abuso de alcohol o drogas.

Creo que todos tenemos varias experiencias que producen SVS durante nuestra carrera, algunas más fuertes que otras. Cada vez que nos sentimos responsables de un resultado imprevisto, un evento adverso o un error clínico, nos afecta. ¿Cómo puede no afectarnos? La compasión y el deseo de ayudar a alguien son la esencia de los proveedores de atención médica y nos hacen vulnerables a convertirnos en la segunda víctima. Por ejemplo, cuando un compañero lo llama para contarle una experiencia estresante con un paciente que ha provocado un resultado no deseado, independientemente de que el paciente haya sufrido un daño o no, ¿no está simplemente expresando sus sentimientos como una segunda víctima? Cuando ocurre algo negativo, tan simple como no poder poner una vía intravenosa o más grave como no darse cuenta de que alguien tiene un infarto de miocardio con elevación del segmento ST (STEMI), primero nos juzgamos a nosotros mismos y nos sentimos responsables. Puede que haya estado en una situación en la que “hizo todo lo que pudo” y el resultado no fue tan favorable como esperaba. Si nuestros mecanismos personales de protección no procesan esta experiencia a tiempo, podemos empezar a tener dudas, ansiedad, depresión, angustia, negación o miedo a repetir el mismo error. Ya sea que el tratamiento del paciente termine en una estancia prolongada en el hospital o en un juicio por mala praxis, luchamos por seguir adelante. Un jugador de baloncesto con mala racha puede seguir pidiendo la pelota, creyendo que su próximo tiro entrará siempre. A menudo, no respondemos de la misma manera. En cambio, nos preguntamos si todo el mundo sabe lo que pasó. Nos preguntamos si pasará y si nuestra reputación se verá afectada de forma irreversible. ¿Cómo es posible que todo esto no provoque el temido síndrome de desgaste profesional? Nos enseñan desde el comienzo en medicina a compartimentar nuestros sentimientos. A seguir adelante. A aceptar el resultado. A aprender de eso y no repetirlo. A no dejar que se le meta en la cabeza. La familia y los amigos pueden ver este comportamiento como aparentemente duro, poco comprensivo o estoico cuando se trata de familiares.

Muchas personas han contribuido a nuestra comprensión y tratamiento del SVS. Entre ellas está Kathy Platoni, PsyD, especializada en el tratamiento del PTSD y los traumas de guerra.7 A lo largo de su carrera como psicóloga del Ejército de Estados Unidos, en su servicio activo y en la reserva, desarrolló programas que tratan el control del estrés en combate y destacó la importancia de las sesiones de información y la gestión de crisis. Como sobreviviente de la masacre de Fort Hood, aprendió de su experiencia personal, y su conocida cita “Trauma is so very unforgettable” (El trauma es muy inolvidable) se menciona a menudo.7 Es una defensora abierta que declara que un tiroteo masivo es un acto de terrorismo.

Barbara Van Dahlen, otra líder en el campo del SVS, creó giveanhour en 2005 para dar atención de salud mental gratis a los miembros del servicio activo, la Guardia Nacional y la Reserva. Su misión es crear redes nacionales de voluntarios capaces de ayudar a quienes han sufrido condiciones relacionadas con el estrés traumático agudo y crónico que surgen en nuestra sociedad. Más recientemente, giveanhour se ha asociado a #FirstRespondersFirst para prestar servicios de salud mental en la pandemia de COVID‑19. Sus actividades demostraron que el SVS no siempre está directamente relacionado con un acontecimiento violento. Por ejemplo, un procedimiento programado de vía aérea complicada en el que se solicita ayuda, que se convierte en una intubación difícil prolongada, puede hacer que se cuestione sus competencias, sus decisiones, la situación y, posiblemente, a usted mismo. Mientras escribía esta reseña, tuve una residente que erró en dos intentos de poner una vía intravenosa en un niño de 18 meses. Después del caso, ella contó lo mal que se sentía por la situación y por haber hecho daño al bebé. Contó su preocupación por no ser lo suficientemente buena para dedicarse a la anestesia pediátrica. Nos sentamos y hablamos (tuvimos una especie de sesión de análisis y reflexión), y repasamos las dificultades y los éxitos de nuestro día. Le aseguré que con tiempo, capacitación y dedicación superaría este obstáculo.

Médico cansadoLas etapas para la recuperación del SVS están bien descritas y no son muy diferentes de las etapas de Kubler-Ross de respuesta a la muerte o a la pérdida.8 Inicialmente, la segunda víctima tiene sentimientos de caos y respuesta al accidente, y siente una pérdida inicial de control provocada por el evento. En el mejor de los casos, el efecto negativo del evento adverso es limitado por los colegas que ayudan a dar una atención continua y a prevenir más daños. Entonces, la segunda víctima repite el suceso en su mente y puede tener dificultades para concentrarse por los reflejos compulsivos. Una vez más, los compañeros tienen un papel de apoyo fundamental mientras la víctima trata de restablecer su integridad personal. Sin embargo, este no es el final, ya que las preguntas y la investigación continuarán y, posiblemente, terminen en litigio. Mientras uno soporta esta etapa, es importante recibir ayuda psicológica y buscar apoyo de compañeros o profesionales. Finalmente, se espera que la segunda víctima pueda seguir adelante y recuperarse. Algunos profesionales, por desgracia, limitan su práctica e incluso dejan de ejercer la práctica clínica como resultado de su experiencia traumática.

En el primer aniversario del evento del 1 de octubre en Las Vegas con gran cantidad de damnificados, nuestro hospital organizó un almuerzo conmemorativo para sobrevivientes y cuidadores, una especie de velatorio de aniversario, para reconfortarnos mutuamente y buscar un significado al terror indescriptible que vivimos juntos. Un evento así es un círculo que nunca se cierra, una historia sin final, pero nos unió el entendimiento de que nosotros, y la vida, debemos continuar. Lloramos hasta reír. Contamos historias y tomamos fotos, celebramos la vida y las vidas perdidas. Y al final, todos salimos por la puerta de la sala de reuniones juntos, marcados por esa experiencia y con la convicción de que seguiríamos adelante.

Los profesionales de anestesia soportamos una importante carga diaria. Las necesidades de los pacientes, las exigencias de la práctica, los requisitos de las familias y las “puntuaciones de satisfacción” de nuestros pacientes y del sistema hospitalario influyen continuamente en nosotros. En la inmediatez del mundo de hoy, con acceso instantáneo a la información por Internet, no se tolera un mal resultado. Los pacientes suelen llegar con su propio diagnóstico, plan de tratamiento y pronóstico de WebMD que esperan que se cumpla sin problemas. Esto somete a nuestra práctica clínica a un escrutinio cada vez mayor. En otras profesiones, los errores se aceptan más fácilmente y, a veces, incluso se prevén. ¿Cuántas veces llevamos nuestro vehículo a revisión solo para tener que volver al taller una semana después cuando se vuelve a encender la “luz de servicio”? Lo aceptamos, nos decimos a nosotros mismos que no fue un resultado imprevisto y simplemente lo afrontamos. En medicina, “la luz” que se vuelve a encender es ciertamente inaceptable. Las exigencias y expectativas que nos imponen cada hora, cada día y cada mes pueden provocar desgaste. El desgaste es mayor en la atención médica que en cualquier otro sector. Nuestras expectativas personales siguen impulsándonos a diario. Pero, ¿hasta dónde? ¿Cuándo se pone en peligro nuestra seguridad y la de nuestros pacientes? El control del SVS, en nosotros mismos y en los demás, es un componente importante de la profesionalidad. Debemos reconocer la causa y aprender a mitigar los efectos.

 

Stephanie Lynne Davidson DO, FASA es profesora principal en HCA/Mt View/Sunrise Health GME, directora de Calidad/Seguridad del Paciente en HCA/Mt View/Sunrise Health GME y jefa de Anestesia en Summerlin Hospital, Las Vegas, Nevada.


El autor no tiene conflictos de intereses.


Referencias

  1. Woods A. “Is this real?’: Seven hours of chaos, bravery at Las Vegas hospital after mass shooting”. The Arizona Republic. November 11, 2017.
  2. Scott SD, Hirschinger LE, Cox KR, et al. The natural history of recovery for the healthcare provider ‘second victim’ after adverse patients events. Qual Saf Health Care. 2009 5:325–530.
  3. Vanhaecht, K, Sevs, D, Schouten L, et al. Duration of second victim symptoms in the aftermath of patient safety incident and association with the level of patient harm: a cross-sectional study in the Netherlands. BMJ Open. 2019,9:e029923.
  4. Wu, AW, Shapiro, J, Harrison R, et al. The impact of adverse events on clinicians: what’s in a name? J Patient Saf. 2020 16:65–72.
  5. Seys D, Wu AW, Van Gerven E, et al. Health care professionals as second victims after adverse events: a systematic review. Eval Health Prof. 2013:36:135–162.
  6. Karydes, H. Second Victim Syndrome: a doctor’s hidden struggle. Physician, May, 2019.
  7. Platoni, K. Personal bio. Google. 2021. www.drplatoni.com Accessed May 19, 2021.
  8. Scott, S. The second victim phenomenon: a harsh reality of heath care professions. https://psnet.ahrq.gov/perspective/second-victim-phenomenon-harsh-reality-health-care-professions. Accessed May19,2021.